La ciencia y Satán, ¿lo mismo dan?
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La ciencia y Satán, ¿lo mismo dan?
Noticia
Mariño González
¿De veras existe un divorcio entre la ciencia y la realidad? ¿Qué es una verdad científica? ¿Qué es el conocimiento? ¿La tecnología puede ser juzgada éticamente? Estas y otras preguntas fueron formuladas y respondidas por Ruy Pérez Tamayo (Tampico, 1924), jefe del Departamento de Medicina Experimental de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quien durante tres días, y no sin algo de humor, impartió el seminario "El conocimiento de la realidad y la realidad del conocimiento", en el auditorio A, además de participar en la más reciente edición del Café Scientifique, el miércoles pasado en la Casa ITESO Clavigero.
Organizada por el Departamento de Estudios Socioculturales y los centros de Formación Humana y Promoción Cultural del ITESO, la reunión académica se realizó del 5 al 7 de octubre y contó con la participación de un nutrido grupo de profesores de la universidad jesuita, con quienes el ponente se dio tiempo para dialogar acerca de "la pertinencia de la calificación moral de la ciencia y la tecnología" (que rechazó) o la consideración del "conocimiento como sujeto de estudio".
Pérez Tamayo explicó que el motivo central del seminario suponía, de entrada, dos cosas: "La existencia de la realidad y la capacidad para conocerla".
El autor de libros como ¿Existe el método científico? y Acerca de Minerva, postuló que "la experiencia de la realidad puede influir en la forma como la conocemos y la interpretamos". Y si el conocimiento de la naturaleza, agregó, "está en gran parte determinado por los presupuestos que sustentan los marcos conceptuales", también es cierto que ¿la realidad externa existe [y] es en parte independiente [de ellos]".
El problema ético
Materialista, deshumanizada, ecocida y capitalista. Los "crímenes" que se le han imputado a la ciencia a lo largo de la historia, a decir de Pérez Tamayo, han desembocado en sentencias del tipo: "La ciencia y Satán, lo mismo dan" o a que se le acuse de faltar a la ética.
Mientras que Olivé, una referencia constante a lo largo del seminario, opina que "la ciencia y la tecnología no pueden considerarse éticamente neutrales", Pérez Tamayo le siguió el paso al agregar: "Son las intenciones, los fines y los usos que los seres humanos les dan los que están sujetos a juicios éticos". En opinión del investigador, "la ciencia se parece más al genio de Aladino que al monstruo innominado del doctor Frankenstein", porque tiene un poder muy grande, pero "obedece nuestras órdenes".
Pérez Tamayo concluyó que la mayoría de los hombres de ciencia que ha tratado "son pacifistas de corazón", pero aceptó que "también debe haber científicos malos que desean conquistar al mundo y golpean a su mujeres todos los sábados. Por fortuna no me ha tocado conocerlos".
Fotografía: Laura Jiménez