Cerámica de Tlaquepaque 1900 - 1960
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Cerámica de Tlaquepaque 1900 - 1960
Exposición que dan cuenta de la tradición alfarera de las esculturillas y del auge de este tipo de cerámica
Cerámica de Tlaquepaque 1900 - 1960
Del 27 de mayo al 10 de septiembre del 2010
Vasijas y esculturillas humanas para nacimientos, permiten ver los antiguos oficios mexicanos. Con piezas procedentes de colecciones particulares e institucionales como el INAH o el Museo Regional de Guadalajara, se muestra al ceramista como un personaje principal, en una exposición sobre dos de los centros de artesanías más importantes del país.
En el periodo comprendido entre 1920 y 1960 se produjo entre Tlaquepaque y Tonalá un entrecruzamiento de sus tradiciones cerámicas que se manifestó sobre todo en la loza engretada o vidriada. Ambas poblaciones compartieron entonces, además del gusto por la producción alfarera, a sus artesanos, sus técnicas y decorados.
La exposición "Cerámica de Tlaquepaque: 1900-1960", conformada por 130 piezas que dieron cuenta de la tradición alfarera de las esculturillas y del auge de este tipo de cerámica, buscó reivindicar este trabajo artesanal, poco estudiado y que se ha convertido en un importante legado patrimonial, así como un claro referente de la identidad de Tlaquepaque.
Para inaugurar la charla, la antropóloga mexicana Martha Turok ofreció una conferencia en la que se plantearon comparaciones y descripciones de las visiones encontradas de quienes pusieron su vista sobre la loza de Tlaquepaque durante el periodo de 1900 a 1960. Por un lado los artistas y políticos mexicanos emanados de la Revolución como el Dr. Atl y por otro, los turistas, coleccionistas y comerciantes. Cada quién jugó un papel importante en la evolución de formas, colores y decorados de la loza utilitaria.
Algunos de los cambios que caracterizaron este periodo tienen que ver más con la decoración externa y con la inclusión de nuevas formas, que con modificaciones técnicas. Se transitó del "petatillo" al "grequismo" y de las figuras de códices prehispánicos a los paisajes rurales, los tipos populares y las escenas costumbristas; así como a la representación de flores y animales, tan característicos de la primera mitad del siglo XX.
En lo relacionado al color, a los tradicionales engobes rojo y crema, y a los colores provenientes de las arcillas naturales, se sumaron los pigmentos elaborados con óxidos metálicos, que brindaron una riqueza cromática que osciló entre el acierto plástico y una condescendiente adaptación al gusto del mercado.
De 1920 a 1950 en Tlaquepaque se dio el paso del taller tradicional familiar al modelo de tienda-taller que impulsaron los intermediarios de la venta de cerámica y que caracterizó a este periodo. Las casonas de San Pedro fueron habilitadas como lugares de producción y exhibición de alfarería. En los patios, los artesanos mostraron su destreza para formar o decorar las piezas, cuestión muy atractiva para los clientes que, de esta manera, adicionalmente disfrutaban de la gran habilidad de los alfareros.