Intangible, en homenaje a Luis Barragán
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Intangible, en homenaje a Luis Barragán
Un tributo en el centenario del nacimiento de Luis Barragán a través de una revisión de los temas que estimularon su imaginación
Intangible, en homenaje a Luis Barragán
Del 15 de agosto al 16 de noviembre del 2002
Intangible:
Que debe permanecer intacto
Que no se puede tocar
Irreal
Rendir homenaje a uno de los grandes íconos de nuestra ciudad es sin duda un reto mayor. Y es que para conmemorar el centenario de su natalicio, la Casa ITESO Clavigero (construida por este gran artista), se propuso revisar y poner a diálogo los temas que estimularon la imaginación de Luis Barragán con las interpretaciones que hoy en día hacemos de ellos. Para ello, se reunió a 17 artistas conceptuales, seleccionados por el curador Carlos Ashida, que tuvieran relación con alguno de los elementos de la arquitectura del tapatío.
En cada pieza hay propuestas originales sobre el uso del espacio, de la luz y de la naturaleza que ofrecieron a sus interlocutores, no sólo la posibilidad de acercarse a la belleza, sino también de explorar esa inasible dimensión en donde habita, atemporal y único, el legado del célebre arquitecto.
Uno de los espacios más icónicos de la obra de Barragán es la azotea de su casa en la Ciudad de México. Este lugar ejerce una poderosa fascinación por lo que Yves Bonefoy la llamó "la experiencia del lugar"; lo que la vuelve tan intrigante es la forma en que logra transmitirlo con la parquedad de los recursos que utilizó: piso de mosaico de barro ordinario y muros ásperos con altura sobrada para levantar una barrera al exterior y enmarcar así el cielo infinito. Podemos apreciar que los valores estéticos de este espacio están en lo intangible.
Las construcciones de Barragán activan los sentidos para que nuestra atención se centre en un lugar, mientras esperamos la "epifanía de un signo" y vivimos la "experiencia interior, madurada por el individuo y vivida en la soledad". Tomando prestadas las palabras del escritor Octavio Paz sobre el acto poético, se experimentaron la sensación de una realidad más intensa, en donde los lugares que nos ofrece son impulsados a "ir más allá de sí mismos y de sus significados", adquiriendo una dimensión metafísica en el sentido más estricto del término.
Los elementos primordiales de la "experiencia del lugar" que se destacaron son el silencio, que obliga a que el espectador y el espacio se enfrenten tanto física como intelectualmente; y la austeridad, con la que, paradójicamente, logra al mismo tiempo una poderosa presencia física y una visión inmaterial.
Teniendo en mente estas ideas desde la curaduría, Carlos Ashida seleccionó un grupo de artistas cuyos trabajos, al igual que las construcciones del arquitecto tapatío, poseen simultánea y paradójicamente, una naturaleza etérea y contundente. Se presentaron obras en las que el manejo de medios, propias del Minimalismo, Land Art, Light and Space y la "desmaterialización", son formas de expresión que basan sus cualidades artísticas en las reverberaciones intangibles que emanan y que producen en el espectador fuertes estímulos en ciertos niveles de percepción.
Los artistas que participaron fueron:
- Olafur Eliasson
- Gonzalo Lebrija
- Sol Lewitt
- John McCracken
- Jorge Méndez Blake
- Gabriel Orozco
- Fernando Palomar / El Frases
- Agustín Solórzano
- Hiroshi Sugimoto
- Sofía Táboas
- Tercer 1/5
- James Turrell
- Francisco Ugarte
- Pae White
Los trabajos reunidos se sitúan en el inaprehensible límite de lo material-inmaterial, de lo visible-invisible, y por eso, al estar parados frente a ellos, nos llevan a reflexionar sobre nuestras capacidades de percepción, lo existencial, la naturaleza de la realidad o, simplemente, el sentido profundo de las cosas. Todas tienen el inconfundible sabor de lo espiritual.